Cristina Fonollosa (Barcelona, 1951) es una pintora, grabadora e ilustradora.
A través del estilo naïf, también llamado primitivo o ingenuo, reinterpreta los imaginarios de la vida cotidiana, desde una perspectiva original, fantástica y poética, expresando el amor, el abandono, el deseo, la soledad, el juego. Sus temáticas van desde las escenas familiares de madres con hijos a los paisajes de islas mediterráneas, escenas bíblicas almodovarianas, alcobas antillanas, sirenas inventadas desde el folclore caribeño o vírgenes patronas de libros, gatos, planetas o animales raros.
Sus ilustraciones y grabados han acompañado obras y cuentos de escritores españoles y latinoamericanos como Antonina Rodrigo, Mercedes de Prat, Dulce María Loynaz, Alfonso Sánchez o Luís Caissés.
Ha ilustrado al estilo de las antiguas “aleluyas” (vidas ilustres ilustradas narradas en verso) las vidas de Antonio Machado (por encargo de la Junta de Andalucía); de Mercedes de Prat de Rodríguez Aguilera; de Miguel Hernández (por encargo de la Fundación Miguel Hernández, Alicante); de José María Hinojosa (por encargo del Centro Cultural Generación del 27, Málaga); sobre las Romerías de Mayo de Holguín (por encargo de la Asociación Hermanos Saiz, Cuba); y de José María El Tempranillo (por encargo de Fundación sobre el desarrollo de la ruta Pueblos del Tempranillo, Andalucía), entre otras.
Nacida en Barcelona, creció en un entorno familiar de artistas plásticos, y prontamente se sintió atraída por el estilo naïf que descubrió de la mano de Rousseau y los primitivos franceses.
Estudió en la Escuela Massana de Artes y Oficios de Barcelona y realizó cursos diversos formativos de grabado y serigrafía.
Ha desempeñado el cargo de Vocal de grabado del FAD (Departamento de Fomento de las Artes Decorativas, Barcelona), y de jurado de múltiples e internacionales concursos de pintura.
Ha sido profesora de plástica para ciclos superiores en la escuela Blanquerna (Universitat Ramon Llull, Barcelona) y desde 1985 tallerista de cursos de pintura, acuarela, oleo, dibujo, grabado, escultura en papel maché y diversas manualidades (cabezudos, máscaras, vidrieras modernistas, etc.) en instituciones públicas y privadas (como por ejemplo en ayuda a sectores desfavorecidos como drogodependientes o presos) en España y Cuba.
Actualmente en Cuba, su lugar de residencia habitual, desempeña labores de periodista en secciones culturales de radio y televisión, como divulgadora de artes plásticas y recuperadora de personalidades históricas; y en el renombrado Festival Internacional de Cine de Gibara, como portavoz de radio del sector Oriente de la isla. Colabora en la Revista Artes por Excelencias con entrevistas a personalidades del mundo del arte y la cultura.
Su primera exposición tuvo lugar en Barcelona, en 1980, en la mítica Tienda Especialista de Arte Popular, Populart, regentada por la precursora del arte popular María Antonia Pelauzi.
Posteriormente ha expuesto en múltiples localidades de España, Europa y América latina, destacando El Museo Internacional de Arte Naïf de Jaén; el Museo Internacional de Arte Naïf MAN de Ana y Albert Laporte en Beraut (Francia); la Galería Amahoro, de Gerald Mouial, en la isla de Saint-Martin (Caribe francés); el Gran Teatro de La Habana (Cuba) o la Montserrat Gallery en New York.
Algunos de los premios recibidos a su pintura son: el Concurso de Grabado del Excmo. Ateneo de Sevilla; de ilustración en el Premio Caterina Albert i Paradís de Barcelona; de pintura en el Salón Iberoamericano Electa Arenal de Holguín (Cuba); en el Primer Salón de Pintura Religiosa Diócesis de Holguín, de edición en la Feria del Libro de Holguín; de pintura en la Galería Barcelona, de Barcelona; de promoción cultural y pintura; y uno de los premios más relevantes del arte cubano: el premio Angelote de Oro, en Holguín.
Cristina Fonollosa ocupa un lugar destacado entre las artistas plásticas más representativas de su generación tanto por su variada y auténtica temática como por la ancha franja territorial, diríase mundial, que ha abarcado y abarca en la actualidad.
Cristina Fonollosa (Galeria Carles Vallès, Figueres 1990)
En palabras del escritor y crítico literario y teatral, Roberto Pérez León: “Las pinturas de Cristina son como el arca de la alianza. Cuando encallan en una pared toda la casa goza del incesante devenir de una figuración que no es ni primitiva, ni naïf, ni ingenua, ni popular; nada de eso; cada pintura de Cristina es un acontecimiento creador y como tal es acto de resistencia, archipiélago magnético de formas que actúan como oleadas de versos que producen los efectos de la bondad. Yo tengo en mi casa habanera un huevo de madera pintado por Cristina y tengo un pequeño papalote que tiene una gran cola de cometa que salpica estrellas; el papalote es azul, no como el mar sino como el azul vigoroso de las noches de cuba; y, el huevo es de un poder inaudito, de vez en cuando se mueve en medio de una plenitud fosforescente y yo sé, yo estoy seguro que tiene dentro un gato que se llama Vinagrito.”
Según el poeta y escritor Eliecer Almaguer: “Qué natural eres Cristina, tu obra emana del alma como la sabia fluye en la entraña del árbol, eres naturaleza misma, unas veces suavidad vegetal, otras fiereza animal, o volcán que reposa en lo hondo de la tierra aguardando para incendiarnos con su lava, tus cuadros tienen ese tono de lava que fluye y borbotea, tinte de incendio primigenio, adánico, o mejor, evánico. Además no eres algo posterior, nunca podrías ser algo póstumo, tu obra pertenece a la vida, pertenece al aire, a la danza estelar, a una paleta multicolor que nos ofrece su mirada múltiple del cosmos, la gracia perdurable con la que se mueven, giran y reordenan los espacios, en este planeta singular y rodante.”
La poetisa y promotora cultural Belkis Méndez escribió sobre sus ilustraciones: “en el 2012, Ediciones La Luz, una de las editoriales de mayor prestigio en Cuba y con sede en la ciudad de Holguín publicó, “Como el sorbo de agua”, libro que recoge siete cartas, que me envió la premio Cervantes, Dulce María Loynaz, durante los años que van de 1990 a 1991. Las ilustraciones fueron hechas por la pintora catalana Cristina Fonollosa. Cada una de ellas posee la cualidad de adentrarnos en un mundo sugerente, femenino, que va desde el candelabro, el pañuelo, las tazas, los bordados y encajes. La artista hace énfasis en la cualidad de Loynaz, como mujer y amante de la aguas, pero siempre aferrada a la tierra, a la casa, es decir, patria, suelo sagrado que la vio nacer y morir, la isla.”
El escritor y periodista Rubén Rodríguez habla de la obra de Cristina Fonollosa en su artículo “Las once mil vírgenes de Cristina Fonollosa”: “Entre “divertido” e “informado” me enfrenté a la última exposición de Cristina. Quedé pasmado ante sus vírgenes, la mayoría de ellas, apócrifas. Les juro que las busqué en el Santoral y no aparecen por ningún sitio. Ni el Vaticano sabe de dónde salieron estas madonnas de la pintora catalana holguinera. Entre sus once mil vírgenes están la del KKK, la del Infierno, la de las sirenas; al mediterráneo le pintó una primorosa que se abanica con la bandera gay e hizo otras para Adán y Eva, para los libros y el teléfono…entre las que se pasean “las de verdad” como asombradas.”
Y, a modo de colofón, el escritor, periodista y crítico de cine Erian Peña Pupo, escribió: “La pintura de Cristina Fonollosa embruja desde que –ingenuos nosotros nunca las piezas que observamos-nos acercamos a ella con la curiosidad y el misterio de quien descubre algo nuevo. Nos aproximamos queriendo desentrañar algo que ella nos ofrece vivo, palpable, feliz, real…varios temas, como públicas obsesiones son recurrentes en su obra: la feminidad consciente, que coloca a la mujer en el centro de su mirada lírica, los gatos, el mar, la luna, la isla, las flores… El mar –el Mediterráneo, el Caribe- desborda su obra. Por los dos ha optado, pues el mar, la isla en medio del mar, siempre la acompaña. Allí la luz mediterránea se encuentra, felizmente, con la claridad holguinera. Y en ambos sitios brilla la luna. No hay otra manera que dejarse embrujar por la mirada de esta mujer que nos lleva de paseo por sus dominios, esbozando una pícara sonrisa en el rostro, porque sabe que no hay mejor misterio que ese que se muestra a todos a flor de piel”.
Pintando la «Loma de la Cruz» (Holguín 2014)