Rafel Jaume (poeta, crítico de arte y divulgador cultural)
El Día de Baleares (1982)
Los ingenuistas y los fatalismos. Raro ser de Palabra.
He leído, no sé dónde, que el hombre es ese raro ser de palabra…Digo esto porque las mujeres que pinta, con una gracia innata y no exenta de sutil ironía, Cristina Fonollosa, las he visto en otros cuadros y en otras ocasiones, pero nunca así y con esta semi-intensidad con que esta pintora catalana nos las retrata. Y aún diré más. Si se repite visita a su exposición, seguramente las mismas pinturas nos parecerán con recovecos nuevos y los rostros de los personajes nos atraerán desde distintos ángulos.
Cristina Fonollosa ataca de frente el ingenuismo. Véase su detallismo en la pincelada, sus colores que lucen como un sol de mediodía, los temas a menudo nimios con que levanta sus obras. Lo mejor de la exposición –nada desdeñable en todo, antes al contrario-se halla, a mi modo de ver, en estos retratos de mujeres en primer plano, así como también en las pinturas de los rascacielos. Sólo estos últimos cuadros justificarían la exposición y la visita a la misma.
Antonina Rodrigo (escritora, historiadora e investigadora)
Catálogo del Museo Internacional de Arte Naïf de Jaén (1998)
Los cuadros de la artista son una puerta abierta al enorme poder de la sugestión, la magia y de la gracia diáfana del mejor Naïf, al que ella confiere realismo mágico, impregnado del contenido de su fértil imaginación. Es la suya una pintura deliciosa, sin ñoñerías, con la configuración y la calidez de su buen oficio…En la alegría y delicadeza de sus visiones objetivas y fantásticas, campea la ternura y el fino humor que, en ocasiones, hace aflorar la sonrisa.
Cristina como los personajes que animan sus interiores y paisajes, va por la vida con un traje de humildad de suntuosa calidad espiritual, con un guiño de complicidad se transmuta en sus protagonistas, de forma tan dúctil que la una y los otros traspasan con naturalidad la frágil frontera del arte y el juego lúdico…
…aunque no prescinden de sus ornamentados tocados…collares, peinetas, mantillas…las vírgenes no sólo tienen a su niño junto al pecho, como una ocupación prioritaria, pueden sostener al mismo tiempo un teléfono o aguardar cerca de él la anhelante espera del hombre amado, o del abogado que le transmita el expediente de su separación matrimonial, o en la alta madrugada… el acecho del motor del coche del hijo. ¡Son mujeres curtidas de esperas!
En esta serie nos encontramos con la Virgen de los Gatos, la de los Libros, la de los Demonios, la del KU-Klux-Klan, la de Adán y Eva, la del Mediterráneo, la de la Pecera…pero ninguna con asomo de pena. Cristina desdramatiza a la Virgen-Mujer de hoy, la libera en lo posible, como justa manifestación de la lucha contra la sumisión de nuestras antepasadas y las convierte en cómplices de nuestros problemas…
Ramón Casalé (periodista y crítico de arte)
Formas y Ángulos (Cadena COPE, 1998)
Hace mucho tiempo que sigo su obra y nunca me ha decepcionado, pues en cada una de sus exposiciones nos ofrece algo nuevo. Quizá las piezas más recientes son las de temática religiosa, como las vírgenes populares, realizadas desde una perspectiva muy detallista.
La serie sobre Nueva York, concretamente la de los rascacielos de la bahía de Hudson, vistos desde Manhattan, que ya pude contemplar hace unos años en el Museo de la Marina de Vilasar de Mar, y que por cierto me encantaron, son de una plasticidad estética exquisita, donde se combinan la línea y el orden de los edificios con el ritmo cromático de sus fachadas de vidrio claras y oscuras, con la serenidad de un mar azul verdoso i la luminosidad de un cielo amarillento.
Mercedes de Prat (crítica de arte)
Revista Asociación Internacional de Críticos de Arte (1999)
Cristina desde su infancia es adicta al color… Si los planos arquitectónicos fueron un trabajo real en un despacho de constructores, este planteamiento lo elevó a categoría Cristina Fonollosa cuando se puso a pintar hace más de quince años. Sus imágenes de Nueva York, ciudad de bellos rascacielos, nos dan una impresión de planos con humor, cosa que en ninguna oficina de arquitectura se apreciaría dicho talante. La pintura que hoy ella nos ofrece es diversa, ya que combina su etapa anterior con una nueva carnosidad y voluptuosidad en las formas de sus fruteros, sus raras flores, hojas golosas y gatos lustrosos que están pidiendo los pase al bronce o al hierro; tal vez Cristina Fonollosa comienza ahora otro camino con el mismo amor y humor de siempre.
Josep M. Cadena (crític d’art)
El Periódico de Catalunya (2003)
Residente en Cuba, Cristina Fonollosa nos ha traído de allí una pintura alegre y colorista, graciosa en el sentido fauve de sus temas. Mantiene las características de sus obras anteriores y los gatos, por ejemplo, siguen siendo los protagonistas de muchos de los cuadros. Pero hay, además, una visión más completa de los sencillos e importantes goces de la vida a través de bodegones y de árboles en los que se combinan flores y frutas. Fonollosa induce a practicar los goces naturales de la vida, sin que lo material excluya las satisfacciones del espíritu. No se refugia en la supuesta ingenuidad infantil, sino que tiene la concepción del adulto que no cede ante las adversidades y aprecia lo mucho que valen los instantes de felicidad. No hay artificio, sino espontaneidad.
Jorge Luís Sánchez Grass (profesor, crítico de arte, director de programas en TV)
Revista Cultural Ahora (2005)
Así mismo son sus vírgenes, a imagen y semejanza suya, colmadas de gracia y arrojo, como flores primorosas llegadas de un campo cercano, que podría ser el edén de los ríos o la honda raíz salida de las entrañas de la tierra de algún demonio o duendecillo mandón. Pero eso sí, las vírgenes imaginarias de Cristina Fonollosa no creen en los ornamentos…ellas son como un surtidor invisible lleno de luz y gloria…Todas por igual tienen ganado en el umbral de los sacramentos nuestras plegarias de amor y respeto traducidos por la hondura del pincel y la pasión de los trazos supuestamente ingenuos. Aquí lo primitivo es también sensación de amor y fe, prueba de fidelidad y devoción, deseos de tener junto al rosario la rodilla en tierra…
Mildred Legrá Colon (periodista)
Periódico Ahora (2007)
El arte Naïf es su pasión, una condición que la ha llevado a ser una de las pintoras notables en esta pintura popular, que no se aprende, sino que nace desde el alma. Su participación en certámenes internacionales da fe de su altura.
Cristina, lleva el arte por dentro. Innumerables exposiciones nacionales e internacionales y premios, la distinguen: vírgenes, paisajes, figuras que duermen en el interior de su memoria. Y el Gato, su símbolo más preciado y con un enorme poder de existencia mágica, han despertado la mirada atenta del público.
En su entorno artístico y fuera de él es evidente su acción enriquecedora, pero más que eso: nadie puede desentenderse de esta pintora legitima, integra, capaz de transportarnos con sus pinceles a la elegancia, la ternura, los colores y a una narrativa plástica imposible de superar, a veces, con la palabras.